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México D.F. 3 de Octubre de 2015. El recuerdo de un capítulo tan negro en la historia de una nación; que vive momentos de corrupción demostrada en el gobierno; un presidente criticado y desaprobado ampliamente en la población y por otras naciones; no debería ser aún más empañado por violencia, llamémosla “sin sentido”.

2 de Octubre es una fecha que jamás debe ser olvidada, mucho se debe de aprender de tan fatídicos y nefastos hechos. El gobierno; que por azares del destino está nuevamente ejercido por el PRI; una sociedad insatisfecha; de sus gobernantes, fuerzas de seguridad, instituciones de impartición de justicia, de una clase política que prefiere recortar gastos en rubros tan importantes como salud y educación, a “sacrificar algo de sus privilegios” mostrando algo de empatía e interés en sus representados; toda esta combinación y otros factores en los que no ahondaremos, han hecho un cultivo que entre otros hechos, a dado resultados como el ataque por parte de las fuerzas del orden municipales y federales sobre estudiantes que conseguían recursos para acudir a una manifestación; la desaparición de 43 normalistas en circunstancias no claras, la muerte de otros y más de una veintena de heridos; hace parecer que el capítulo se repite y parece aún peor, que la lección no se aprendió.

Aquella fecha en 1968, si bien no se olvidó, pero dejó una herida que en ningún momento trataron de esclarecer los gobiernos subsecuentes, los autores intelectuales no fueron ni tocados; por el contrario gozaban de privilegios; los ejecutores ni mencionarlos. Todos los actos de tortura, desaparición y muerte de estudiantes, han sido disfrazados por el régimen político que por 70 años pudo borrar parte de los hechos, dar media vuelta y seguir. La cifra de fallecidos quedó en 38 que están inscritos en un escueto memorial en la llamada Plaza de las Tres Culturas, documentos oficiales de la época hablan de 43 muertos, pero conteos de los testigos, reporteros de medios internacionales y estudiosos del tema dan cifras de 350 a 500 o más personas, masacradas aquel día por el ejército y la policía capitalina.

A 47 años de distancia tal parece que la memoria de dicho día, siempre queda a un lado por acciones de un pequeño grupo de personas que, en vez de honrar la memoria de aquellos que también buscaron libertad, justicia, mejores condiciones de vida, otro sistema político etc; propician violencia como una forma de expresión que se hace cada vez más frecuente en manifestaciones multitudinarias, donde, al amparo de las cantidad de participantes ocultan todo tipo de objetos. Como contraparte las autoridades les siguen el juego al colocar blancos (oficiales del orden) personajes que representan todo lo que ellos llaman un sistema represor, que en ,mayor o menor medida lo es; demostrado está con acontecimientos como Ayotzinapa, Atenco, Tlatlaya, las censura en los medios clásicos de información como son las principales cadenas de televisión; sin número de sucesos y prácticas ya metódicas y practicadas por uno o más actores en los gobiernos o la política; todo al amparo de fueros constitucionales y coludidos en muchas ocasiones con el crimen organizado.

Se calcula que más de 20 mil personas participaron este viernes en otra demostración o mensaje más que claro al gobierno, del hartazgo que vive gran parte de la sociedad. Esta manifestación no sólo se da en la principal ciudad del país, se replica en otros lugares que teniendo la memoria fresca y siendo puntos convulsos por tradición como Oaxaca y Guerrero también hacen eco de este mensaje. Mucho se tiene que aprender del cómo, y el donde se hacen. Lo que jamás se debe de hacer es tratar de ocultar con paladas de papeles, testigos falsos y palabrería a modo de justificación; capítulos como el de aquel otoño. Cobertura Angular 11-18MX: Nota/Fotos: Guillermo Magallon